Cuando era pequeña, a mi padre le regalaron una cámara para poder grabar lo que ocurría en el día a día, o para recordar los momentos importantes. Gracias a ello, comprobé que el querer hacer arte no fue algo que viniese de un momento para otro. Vi cómo en aquel vídeo, en mi cumpleaños número dos, me regalaron una pizarra para poder pintar. Durante casi todo el vídeo, estuve con un rotulador en la mano y creando formas que en ese momento no tenían ninguna lógica, pero que marcaron un antes y después en mi futuro, que resultó encaminarse hacia el arte.
